Uncastillo, centro de peregrinación de las Cinco Villas

El pasado 29 de julio, Luis Barreiro Bordonaba dio una conferencia basada en su libro Los caminos de peregrinación en las Cinco Villas en el salón de actos San Miguel. En ella hizo referencia a la gran cantidad de evidencias que se pueden encontrar en toda la comarca acerca de su empleo como ruta de peregrinación durante un largo periodo, dentro del flujo hacia el extremo occidental de la Península donde se encontraba el sepulcro del Apóstol Santiago.

Luis Barreiro, conferenciante, en el Salón San Miguel de Uncastillo

Después de un interesante relato de los caminos de la Cinco Villas y su relación con la historia, desde la época romana hasta principios del siglo XX, la conferencia se centró en las evidencias de la peregrinación en la comarca y en Uncastillo.

Según el método que establecieron en sus obras sobre los caminos de peregrinación los hermanos Ubieto, las señales que dan muestra de su existencia son la presencia de monasterios, el establecimiento de órdenes militares, la edificación de hospitales, la ubicación de iglesias, ermitas, retablos, fiestas y calles dedicadas a Santiago o a otros santos relacionados con la peregrinación y las muestras de señales referidas a los peregrinos (tumbas, veneras, testamentos, etc.)

Las Cinco Villas tienen un amplio repertorio de todos ellos, hasta el punto de que llama poderosamente la atención que una comarca que se ha ubicado lejos de las principales rutas de peregrinación posea un elenco tan numeroso.

Los monasterios que más se dedicaron a la acogida de peregrinos fueron los de la orden de san Benito y la orden de san Agustín. Los benedictinos tuvieron presencia a través de tres casas: cluniacenses, cistercienses y los monjes de la Selva Mayor.

Los cluniacenses ejercieron su influencia en la zona gracias a las posesiones del monasterio de Leire y el de San Juan de la Peña. Estos últimos tuvieron un “palacio” en Uncastillo y el priorato dependiente de San Esteban de Oraste, situado en la zona de la actual ermita de Santo Domingo, muy cerca del pico más alto de la sierra del mismo nombre. También dependían de ellos el monasterio de San Julián y Santa Basilisa en Bagüés y muchos otros lugares.

La Abadía de la Selva Mayor fue muy protegida por Sancho Ramírez y Alfonso I. El primero les donó la iglesia de San Vicente y la capilla de San Esteban en Uncastillo, más el diezmo de las tierras que poseía en Uncastillo y Luesia. Fundaron las primeras hospederías de las que se tiene noticia, en Ruesta y Tiermas. La hospedería de Ruesta estaba integrada en el monasterio de Santiago y es una de las más antiguas de toda la península, pues se fundó en el 1080.

La reforma cisterciense también llegó a la comarca y se fundaron dos monasterios: uno masculino, el de las Torres del Bayo, que luego sería destruido a fines del siglo XIII, y otro femenino, el de Cambrón.

Los monjes de la orden de San Agustín tuvieron mucha presencia en Aragón y suyos fueron el Hospital de Santa Cristina de Somport y los castillos de Loarre, Montearagón y Alquézar. Los monjes de Santa Cristina poseían una gran cabaña ganadera y por eso establecieron muchas propiedades en las Cinco Villas, destacando el monasterio de Puilampa, la iglesia de San Miguel de Biota, grandes propiedades en Sora, Castejón de Valdejasa, Tauste y Luna y varias cofradías establecidas en el norte de la comarca, sobre todo, en la Valdonsella.

Puilampa poseía una torre-faro donde ardía una hoguera continuamente encendida para orientar a los peregrinos. Hay muestras de señales similares en varias iglesias: El Bayo, San Gil de Luna, dos iglesias de Sangüesa y quizá en la ermita de San Cristóbal de Uncastillo.

Las órdenes militares tuvieron una destacada actuación en la comarca, especialmente templarios y hospitalarios. Fueron muy recompensadas en el testamento de Alfonso I el Batallador, que murió sin descendencia. Varios caballeros de su corte hicieron lo mismo (Lope Garcés Peregrino y Gastón de Bearn, antes que él, y muchos otros, después). Así que se hicieron con gran número de propiedades.

La orden del Temple llegó a tener una encomienda en Luna y participó activamente en la construcción de la iglesia de San Gil. En Uncastillo debió ser de su propiedad la iglesia de San Lorenzo, que conserva cruces patadas en sus paredes y veneras en las arquivoltas de la portada.

La orden de San Juan del Hospital se hizo con una gran extensión patrimonial entre Uncastillo, Sangüesa y Pamplona. Fundaron la encomienda de Castiliscar en 1176, gracias a una donación de Jusiana, condesa de Ampurias – justamente el mismo año en el que el rey Alfonso II pasó dos meses en Uncastillo-. Fueron dueños en este lugar de la iglesia de San Juan, con un interesante ciclo de pinturas dedicadas al apóstol Santiago.

En cuanto a los hospitales, el número que aparece en las Cinco Villas es espectacular, pues llegan nada menos que a veintiocho, alguno en localidades muy pequeñas. Entre todos ellos el que más noticias suministra es el de Uncastillo, fundado en el siglo XIII por el obispo de Pamplona Miguel Sánchez, que concedió indulgencias a quienes le ayudaran a levantarlo.

Veinticinco peregrinos están recogidos en el libro. Uno de ellos es de los más antiguos conocidos con nombre propio: Juan Sanz, “hijo del peregrino que fue de San Vicente”, citado en un documento del cartulario de Santa María de Uncastillo (1142-1159). Anteriores a este son aquellos dos enterrados en el Corral de Calvo (Luesia) que aparecieron con veneras en sus sepulturas y que están fechados entre 1035 y 1080. Otros peregrinos se muestran en las pinturas de la iglesia de San Juan (siglo XIII). También el sastre Pedro de Soto, que acude al arzobispo de Zaragoza para pedirle licencia para peregrinar a Montserrat en 1661.

La Epifanía, atuendos de peregrinos de los Reyes Magos. Iglesia de Santa María.

 Antes se han citado las veneras que aparecen en la portada de San Lorenzo. También están en los nervios de las bóvedas cercanas a la entrada de la iglesia de San Esteban de Sos y en la posible torre-faro que todavía se yergue en las ruinas de la iglesia volada de las torres del Bayo.

El tema de la Adoración de los Magos tiene vinculación con la peregrinación, pues ellos fueron los primeros peregrinos cristianos que viajaron desde muy lejos para adorar a Jesús. Este tema es muy repetido en los tímpanos de las iglesias de la zona (Biota, Agüero, El Frago) y aparece con mucha claridad en la portada occidental de Santa María de Uncastillo, donde llevan el atuendo de peregrinos, con su bordón y escarcela correspondientes.

Hasta doce iglesias y ermitas están dedicadas a Santiago en la comarca, una de ellas es la ermita de San Jaime en Uncastillo, junto al río Riguel, en el camino hacia Layana, Sádaba y Navarra. Hay también en la comarca seis retablos y calles dedicadas al apóstol (Uncastillo posee ambos) y hay fiestas en tres localidades.

Otro santo de gran devoción entre los peregrinos fue san Martín. Diecinueve iglesias y ermitas existen en las Cinco Villas y la más importante de todas está en Uncastillo, consagrada en 1180.

El repertorio de santos de especial fervor peregrino continúa con san Cristóbal (nueve advocaciones), san Julián (siete), El Salvador (diez) y santa Cristina (cuatro ermitas y siete cofradías). Otra vez es nuestra localidad la que presenta ejemplos de todas. 

Las indulgencias eran un medio de atraer devotos para el perdón de sus pecados. Se tiene noticia de que se ofrecieron quince en distintos momentos dentro de las Cinco Villas y doce de ellas lo fueron en Uncastillo, casi todas para la iglesia de San Martín.

Existen monumentos representativos que confirman el camino de peregrinación en la comarca:

La recuperación de los antiguos caminos peregrinos debe apoyarse en los monumentos que mejor representan la época dorada de la peregrinación. En el estudio se han seleccionado seis de ellos que suponen puntos clave:

Los dos primeros son la ermita de Santiago de Agüero y la iglesia de San Esteban de Sos que se sitúan a la entrada y salida de uno de los itinerarios. De hecho, Agüero no pertenece a la comarca, aunque está muy próxima y ligada a su historia. Ambos fueron proyectos de la monarquía aragonesa, o de personajes muy ligados a su dinastía.


Después vienen otros dos monumentos que simbolizan el esfuerzo por facilitar apoyo a los viajeros por parte de órdenes religiosas. Son la iglesia de San Miguel de Biota y la ermita de Puilampa, que están vinculadas a la orden de San Agustín y, en especial, al hospital de Santa Cristina de Somport. En el primero de los casos, Biota representa más que ningún otro lugar, la pervivencia de topóminos y recuerdos de la peregrinación; mientras que Puilampa, con su torre faro es un símbolo de ese auxilio a los peregrinos.

Monasterio de Puilampa, término municipal de Sádaba.

Finalmente se nombran dos iglesias que guardan relación con la presencia de las órdenes militares: la iglesia de San Gil en Luna, en la que tan presentes estuvieron los templarios y la iglesia de San Juan en Uncastillo, que fue sede de los hospitalarios. Sus restos aúnan una gran calidad y una extraña singularidad y resultan muy atrayentes para su visita.

En la charla se hizo especial hincapié en esta iglesia de San Juan, todavía desconocida para muchos. Se sabe que Alfonso II cedió a la orden del Hospital entre 1167 y 1169, los terrenos contiguos a una necrópolis ubicada allí. La iglesia se edificó a partir de entonces, entre finales del XII y comienzos del XIII. 

Por fuera tiene parecido con la iglesia de San Gil de Luna, que se levantó en esa misma época, cuando Alfonso II volvía de Provenza, donde había permanecido durante un año para confirmar su título de marqués de ese territorio (1166-67). Su pureza de líneas y desnudez ornamental sólo es alterada por unos pilares lisos que recorren todo su muro exterior.

Por dentro tiene muy poca iluminación y su extraña planta (con un crucero donde se abren dos pequeños absidiolos, rectangulares por fuera y semicirculares en el interior) la asocia con la catedral de San Pedro de Maguelone, en el sur de Francia, de donde debían de proceder los canteros y artistas que la construyeron.


Pese a su deterioro, todavía mantiene unas pinturas del siglo XIII con ecos de bizantinismo. El apóstol Santiago ocupa el lugar preferente del absidiolo meridional, bendiciendo sentado en un trono, mientras dos peregrinos le besan sus pies. Una banda longitudinal separa las escenas: arriba, dos grupos de tres peregrinos, con bordón, esclavina y escarcela; abajo, dos escenas del final de su vida: el bautismo del escriba Josías y Santiago llevado por un grupo de soldados ante Herodes Agripa.

El apóstol Santiago, pintura mural en la Iglesia de San Juan de Uncastillo

En el arco triunfal que enmarca la escena aparecen dos pares de personajes a los lados mirando hacia otro central. Aunque tradicionalmente se ha pensado que representa a un Cristo joven, imberbe, eligiendo a sus apóstoles, creo que esta interpretación es errónea. Cristo está a la derecha, como demuestra que lleva un nimbo crucífero y está con un personaje que no lleva aureola. Los dos personajes de la izquierda sí que parecen apóstoles y uno de ellos lleva exactamente la misma indumentaria que el personaje que ocupa el lugar central del ábside. Es Santiago y el otro, más joven y sin barba, su hermano Juan, los hijos del Zebedeo que tanto protagonismo tienen en los Evangelios.escubrir la identidad del personaje central es fácil si se observa la fotografía que se tomó antes de su restauración, pues llevaba una melena que borraron indebidamente en esa operación. Era una mujer, muy posiblemente, María Magdalena. La escena pertenece a la cena del fariseo (el personaje que está al lado de Cristo, sin aureola) en la que María lavó los pies de Cristo con sus lágrimas y lo perfumó con ungüentos y aceites. Los mismos cuidados que se prodigaban a los peregrinos cuando llegaban cansados de su viaje a buscar refugio en las hospederías de las órdenes religiosas y militares.

Son muy escasas las representaciones de Santiago en todo el orbe jacobeo y mucho más, en este contexto (la cena de Simón el fariseo con María Magdalena de gran protagonista; los grupos de peregrinos caminando, mientras otros besan los pies a Santiago, que ocupa el lugar central del ábside). Es necesario llamar la atención de estudiosos del arte y de la peregrinación para destacar esta joya que posee Uncastillo y que se ha mantenido al margen de los numerosos estudios que se han hecho sobre el tema.

Luis Barreiro indico que, dentro de los caminos de peregrinación que se pueden recuperar en las Cinco Villas la principal propuesta sería poner en funcionamiento el que une Murillo de Gállego con Uncastillo, a través de Agüero, Fuencalderas, Biel y Luesia. Es un camino fácil, que se puede hacer en dos jornadas, sin apenas obstáculos naturales con hermosos paisajes y monumentos de primer orden en su recorrido. A partir de Uncastillo se puede continuar el recorrido hacia Biota y Sádaba, para enlazar con Cambrón y Puilampa antes de entrar en Navarra o bien hacia Castiliscar y Sos. En el futuro habría que pensar en estrechar lazos con el Bearn, que tanta relación tuvo con Uncastillo y con la peregrinación por estas tierras de las Cinco Villas.

Recalcó que sería deseable un esfuerzo colectivo de particulares e instituciones para poner en marcha estas rutas jacobeas que constituirían un refuerzo más de las extraordinarias condiciones turísticas que posee la villa de Uncastillo y la comarca en la que se enclava.